Reseña del tercer libro de la Saga de los Confines de la argentina Liliana Bodoc. Esta novela ahonda en la otredad, mostrando cómo los habitantes oprimidos del continente invasor también luchan por la libertad. Esta unión indirecta de fuerzas desencadena la resolución del conflicto, que finalmente se presenta gracias a la comprensión de una enigmática profecía. Los pueblos de las Tierras Fértiles se encuentran a punto de librar sus últimas batallas. Lamentablemente, se sospecha que vayan a ser los últimas porque su gente está ya muy desgastada tras contiendas anteriores y, sobre todo, luego de soportar una serie de traiciones que sólo han conseguido debilitar sus ánimos. Aun así, tanto guerreros como brujos y todo tipo de personas siguen luchando como pueden por su libertad, sin saber que, del otro lado del mar, en las Tierras Antiguas, se está gestando también una rebelión que pretende socavar el mal de Misáianes y los corruptos magos de la Cofradía del Recinto desde su propio interior. Esta obra corresponde al fin de la trilogía Saga de los Confines (compuesta también por Los días del Venado y Los días de la Sombra) de la argentina Liliana Bodoc y, como tal, tiene la compleja tarea de cerrar el arco argumental de una manera memorable, esclareciendo todas las intrigas y anudando todos los cabos sueltos planteados en las dos obras anteriores. De buenas a primeras, todo esto se deja ver ya en una mayor extensión de este libro en relación con los dos primeros, lo que aunado a su título augura las últimas penurias de una historia tan bella como triste. Por supuesto, esto no es lo único en incrementarse. Los días del Fuego tiene la característica peculiar que no se queda sólo en la resolución de eventos para los personajes ya conocidos en las obras iniciales, sino que se permite el lujo de añadir otros y desarrollarlos tan minuciosamente como los protagonistas. Dos de ellos son los niños que se habían presentado al finalizar el segundo volumen: Vara y Aro, narrándose su concepción, nacimiento y crianza en miras a la realización de su destino, que es tan crucial para el futuro del universo de la obra como lo insinuaba Los días de la Sombra. La narración de las acciones y aprendizaje de estos personajes cumple además la función de introducirnos a lo que es quizá uno de los grandes méritos de este libro: presentarnos al fin lo que ocurre del otro lado de las Tierras Fértiles, en las Tierras Antiguas. Hasta Los días de la Sombra, de ellas apenas se conocía a los sideresios, la gente que apoyaba el reinado de Misáianes. Era razonable centrarse en aquella tierra que sufría los embates del enemigo, pero la autora acierta al derrumbar ahora esa visión de otredad que seguramente el lector había forjado a lo largo de los dos volúmenes anteriores y contar también el sufrimiento de la gente de las Tierras Antiguas que asimismo cayó bajo el yugo de Misáianes. Esta sociedad yace esclavizada en agrupaciones llamadas «marcas», que corresponden a la especialización de diversos tipos de trabajos forzados. Su gente ha olvidado su nombre y el sentido de su existencia por obra de la crueldad a la que han sido sometidos, lo que a su vez impide cualquier intento delucha. Sin embargo, un disidente mago de la Cofradía del Recinto idea su propio plan de rebelión: concebir vástagos por algo parecido al amor y luego criarlos desde una libertad proscrita, todo con el fin de que a futuro puedan recordarle a su oprimida gente quiénes son en realidad. La autora aprovecha este argumento paralelo para desarrollar la vida en las Tierras Antiguas, las que resultan ser asombrosamente distintas a las Tierras Fértiles. De hecho, quienes aún sostengan la hipótesis de que la Saga de los Confines es una gran alegoría de la matanza europea hacia América podrían ver su teoría refutada en este libro. Las Tierras Antiguas tienen leves reminiscencias de poderosas naciones como la Grecia o la Roma antiguas —sobre todo a partir de la resonancia de los nombres de sus personajes—, pero son mucho más que eso. Por ejemplo, existe una interesante comunidad de mujeres libres llamadas nuberas que habitan los bosques de Goenia y que hasta entonces han logrado mantenerse al margen de la guerra de los hombres. En las Tierras Fértiles, mientras tanto, continúa el conflicto central, enfocado principalmente en los intentos de Molitzmós por preservar su poder en su reciente reinado y en las luchas organizadas de los ejércitos unidos del Venado, que cada vez se van volviendo más y más dramáticas ante las nuevas avanzadas de los sideresios. Por parte de la línea argumental del pueblo del Sol, destaca inmediatamente la brillante inclusión de Acila, un ejemplo de cómo hacer personajes femeninos queno caigan en los estereotipos habituales. Se podría decir que es lógico esperar este tipo de situaciones siendo la autora una mujer, pero al menos en Chile, muchas de las obras de Fantasía publicadas por autoras con personajes femeninos al parecer no terminan de dar la talla ni en términos sicológicos ni estéticos, así que éste no es un aspecto gratuito. Acila no es una joven sensual ni una anciana sabia ni una fuerte guerrera, sino una mujer de mediana edad de gran astucia y ambición cuya dinastía ha caído en desgracia por los recientes conflictos del pueblo del Sol. Es tartamuda y poco agraciada, pero tiene el orgullo intacto y planea su propia conspiración con Molitzmós, que sólo revela su verdadero sentido ya bien avanzada la historia. Lo mejor es que todos los episodios de intriga de Acila aparecen como metáforas que aluden a las estrategias realizadas en el yocoy, juego de tablero similar alajedrez. La relación de esta mujer con Molitzmós y todos sus planes posteriores, de esta forma, aparecen descritos sutilmente como la más intrincada partida de yocoy, lo que aporta en sentido tanto sicológico (Acila es especialmente dura) como en el estético. Sobre el resto de los personajes ya conocidos de la saga, se puede mencionarque todos siguen desarrollándose sin presentar mayores sorpresas al lector. Quizá los más interesantes sean Wilkilén, que ahora es ya una jovencita, y Piukemán, que se debate entre sus últimos gestos humanos y su nueva naturaleza de brujo-halcón. En general, la mayoría de los protagonistas que luchan por las Tierras Antiguas terminan arriesgándolo todo por sus visiones personales sobre el amor, ya sea el de pareja, hacia su familia, hacia su gente y, en suma, al amor por la vida en sí misma. Algunos de estos personajes, como es de esperar, no sobrevivirán, pero las muertes, aunque tristes, terminan teniendoun propósito y un sentido para los sobrevivientes y aun para la historia misma. Esto último se aprecia especialmente en los múltiples alcances poéticos que laautora inserta a lo largo de la obra, sobre todo en los capítulos que correspondea Nakín, del Clan de los Búhos, que en este libro adquiere casi un rol de narradora, en su misión de convertirse en la memoria eterna de lo sucedido. Este componente mítico refuerza la noción de que la narración en sí es más importante incluso que los acontecimientos narrados, y eso funciona bastante bien en esta saga. Mención aparte merece el enigma de la profecía incompleta, que en los últimos capítulos se esclarece de una forma bellísima. Como aspectos negativos de Los días del Fuego, quizá podría señalarse cierta sensación de precipitación hacia el final de la novela, luego de una última gran batalla. Ese evento tan esperado como lo es la caída definitiva de Misáianes no seda en el transcurso de la historia narrada, sino que se asume como un hecho inevitable luego de lo sucedido en el desenlace. Por otra parte, se insinúa una interesante discrepancia entre el personaje de Aro y su padre que no se desarrolla mucho más, porque ambos mellizos han cumplido ya su misión principal. Así, el final se centra más bien en los principales protagonistas, esos que el lector conoce desde el primer libro, lo que naturalmente no desilusiona en absoluto y permite despedirse de ellos con una sensación de alivio por su bienestar, aun pese al carácter arquetípico del que no se libraron jamás a lo largo de la serie. Y puesto que Los días del Fuego cierra la trilogía, esta reseña debiera también cerrar con una conclusión sobre la saga completa. Estas tres novelas presentan una propuesta tan interesante dentro de la Fantasía escrita en español que son encarecidamente recomendadas. Estéticamente tienen un valor más cercano ala belleza verbal por sí misma antes que por cualquier otro mérito literario (que también lo tienen, claro), y si consideramos que en la Fantasía el lenguaje tiene una importancia crucial para la construcción de Mundos Secundarios, leer una obra que haga especial hincapié en él desde nuestra lengua materna es un privilegio que pocas veces se ve en nuestro continente. Ahora bien, quizá por esta misma razón, la prosa de estas obras requiere de una lectura diferente a la habitual en el género de la Fantasía Épica como sueleescribirse actualmente en el ámbito hispano. Como se ha mencionado en todas las reseñas de los libros que componen la saga, el ritmo de lectura es más lento y cadencioso y eso podría desconcertar a algunos. Pero, para quienes se atrevana tomar el desafío, conocer esta serie pueda llevar a anidar nuevas esperanzas respecto a la escritura de la Fantasía en Latinoamérica. Otros libros de la Saga de los Confines
* Esta entrada se publicó originalmente en Fantasía Austral.
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AutoraPaula Rivera DonosoSi alguno de estos textos te es de utilidad, ¡recuerda citarme en tu bibliografía! También puedes hacer una donación en el botón de abajo. Muchas gracias~
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