Una breve reseña de la novela de Fantasía El fuego verde (Ediciones SM, 2017) de la autora mexicana Verónica Murguía, centrada en sus destacadas influencias medievalistas. La literatura de fantasía, históricamente, ha encontrado en la corriente medievalista una de sus materias más populares. Sin ir más lejos, su obra cumbre, El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, es un magnífico ejemplo de reelaboración de fuentes medievales. Sin embargo, con el tiempo, la tradición de la fantasía medievalista sufrió una degradación estética, expresada principalmente en una merma de calidad literaria y un tratamiento superficial de la Edad Media. Pero es precisamente en estos dos aspectos, estilo literario y acervo medieval, en el que esta novela de la mexicana Verónica Murguía destaca entre sus pares. El fuego verde nos presenta la formación de la joven Luned como narradora. En el proceso, la muchacha se muda de su natal Brocelandia, una aldea colindante con los dominios de los seres feéricos, al caótico burgo de Corberic, hogar de su maestro Demne. Aquí, Luned conocerá las miserias de la ciudad medieval prototípica y se replantearé el rol de su arte en un mundo que no parece sino un valle de lágrimas. Serán sus cuestionamientos los que la llevarán a la propia Faërie, Tierra de las Hadas, en busca de una respuesta. Es evidente que esta es una novela singular entre las de su género. Su expresión de la fantasía es de carácter intimista antes que épico, y su relación con la maravilla no solo se manifiesta en la presencia de criaturas feéricas, sino también en la forma en la que el arte de su protagonista comienza a transformar su realidad. No son espadas ni conjuro mágicos las armas de Luned, sino sus palabras y sus dibujos. Asimismo, la ambientación medievalista de la obra no es un decorado, sino un entorno vivo, en el que casi podemos sentir la respiración de la floresta de Brocelandia y oler la pestilencia de Corberic. Mención aparte merecen las referencias literarias medievales que reverdecen el relato y que lo conectan con una larga tradición imaginativa: el poema épico Beowulf, ante el que Luned se emociona profundamente, o la materia artúrica, en la que la joven termina insertándose como un personaje más. Pese a su densidad temática, El fuego verde nunca deja ser una lectura amena. La prosa de Murguía sobresale por su belleza poética y su fluidez narrativa. El buen hacer de la escritora también se refleja en su tratamiento de personajes humanos sensibles y nostálgicos, que contrastan con los personajes feéricos, encantadores y terribles. Es fácil empatizar con los requiebros de Luned, que pese a su carácter, madurez y talento sigue siendo una adolescente enfrentada a duras pruebas. El fuego verde es así un descollante exponente de la fantasía latinoamericana, demostrando que es posible narrar una historia delicada y entrañable incluso desde la denostada corriente medievalista. Que esto además lo consiga una autora latinoamericana no cabe sino leerlo como un triunfo de la imaginación sobre el chato localismo de nuestro continente, algo que sin duda sabrán apreciar aquellos pocos lectores juveniles que, sin querer, como Luned, rozaron también Faërie con sus corazones. * Texto publicado originalmente en La Otra LIJ. Los comentarios están cerrados.
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AutoraPaula Rivera DonosoSi alguno de estos textos te es de utilidad, ¡recuerda citarme en tu bibliografía! También puedes hacer una donación en el botón de abajo. Muchas gracias~
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