Reseña del segundo libro de la Saga de los Confines de la argentina Liliana Bodoc. Esta novela desarrolla el conflicto central a partir de un mayor énfasis en las relaciones entre personajes y la evolución de sus perfiles sicológicos. Tras la difícil victoria contra las tropas de los sideresios, conseguida luego del sacrifico y dolor de mucha gente, siguió una breve tregua que está a punto de terminarse bajo los nuevos planes de Misáianes: mandar nuevos ejércitos por mar rumbo a las Tierras Fértiles, esta vez con su madre, la mismísima Muerte, a bordo. Pero el tiempo que hat ranscurrido entre la última batalla y esta decisión, aunque escaso, ha servido para convertir a los niños en hombres y a las niñas en mujeres tras las fuertes experiencias vividas. Lamentablemente, también ha hecho crecer las suspicacias y las traiciones entre pueblos que debieran mantenerse unidos contra ese único enemigo en común: el Odio Eterno. Es este contexto el que envuelve Los días de la Sombra, segundo libro quecompone la Saga de los Confines de la autora argentina Liliana Bodoc (Santa Fe, 1958). Por entonces, se insinuó que los oscuros hechos desatados en el inicio de esta trilogía podían tener algo que ver con el nombre de su continuación. Y esta predicción resultó ser cierta, porque buena parte de Los días de la Sombra ahonda en cómo las relaciones humanas de algunos habitantes de las Tierras Fértiles se tensan hasta el punto del engaño y la traición, mientras que aquellos que siguen creyendo los unos en los otros deben sufrir a consecuencia de estos embustes. Sin embargo, la Sombra no sólo representa esta oscuridad en los hechos narrados, sino que también designa a un nuevo personaje: la propia Muerte. En todo caso, conviene partir por el principio. La obra, acertadamente, comienza con un breve resumen de lo sucedido en el libro anterior. Pero esto nose lleva a cabo como una nota aparte o un prólogo, sino que como unanarración inmersa dentro de los mismos episodios de esta novela, aprovechando la riqueza del imaginario narrativo de los pueblos de las Tierras Fértiles. Así, vemos cómo la tradición del cofre de los recuerdos permite a la familia huisihuilke protagónica rememorar cómo fue que empezó la aventura para sus miembros, mientras que más adelante el brujo Kupuka conversa sobre lo mismo con la naturaleza que lo rodea. Estas subnarraciones darán cuenta de una característica particular de esta novela, que en la anterior no aparecía con esta intensidad: la variedad de puntos de vista presentes. Gracias a ellos, el lector podrá conocer con más detalle las motivaciones de cada personaje para actuar como lo hace y seguir el entramado de traiciones o lazos afectivos. Esto permite desarrollar mejor la sicología de los protagonistas, aun cuando no se deje de lado del todo el modelo arquetípico de cada uno. Mención especial merece la familia huisihuilke, pues ahora todos sus integrantes —salvo los nuevos; demasiado pequeños— tienen una función definida en la historia y con una importancia más o menos equitativa. De este modo, se preservan cargos como el de cacique que hereda Thungür o el de la matriarca que hereda Kuy-Kuyen, pero también hermanos que antes tenían un rol más secundario comienzan a cobrar una fuerza distinta, menos evidente pero igual de relevante. Es lo que sucede con Piukemán, que para este libro abandona casi por completo su naturaleza humana y asume para sí la identidad escindida del Halcón Ahijador, iniciándose como un Brujo más de las Tierras Fértiles; o con Wilkilén, que inesperadamente se topa con la Sombra y entabla una curiosa relación con ella que, posteriormente, será crucial para el destino de su gente. Cucub, en tanto, pasa de ser un aliado poco dado a la guerra a un combatiente más, sin abandonar por ello su naturaleza de artista. De hecho, y a través de su optimismo y buena fe, logra hacerse bastante carismático en un contexto tan aciago como el de los sucesos que se cuentan en esta novela. Esta división de puntos de vista también se presenta a nivel de la historia misma, pues además de las ya mencionadas traiciones y dobles intenciones de algunos personajes, las fuerzas de resistencia se ven obligadas en un momento en dividirse en tres para hacerle frente de manera más efectiva a sus enemigos: por tierra, por mar y… por magia. Esta última adquiere un valor bastante más prominente en este libro que en el anterior, partiendo por el hecho de que por fin se le presenten al lector los Brujos como entidades poderosas, más allá de su desempeño como guías o apoyo moral. Los poderes de cada uno estarán caracterizados de un modo particular en relación con su naturaleza, incluyendo en ello al propio Drimus, Brujo sideresio, que posee una forma extrañísima de plasmar sus habilidades, pero muy bien lograda. Tanto esto como el enfrentamiento entre Brujos que sucede cerca del desenlace de la obra, demuestran la originalidad de la autora para desarrollar diversas manifestaciones de la magia sin caer en los estereotipos habituales. En relación con lo anterior, podría decirse que esta obra en general mantiene y potencia el lirismo del primer libro, concentrándose ahora en los vaivenes y sufrimientos humanos de los distintos habitantes de las Tierras Fértiles. Esta mirada ampliada que adopta la narración consigue transmitir la grandeza de un mundo que está sufriendo pero en el que su gente aún es capaz de mostrar tanta sinceridad como flaqueza moral. Una vez más, es imposible no advertir la influencia arquetípica en el tratamiento de personajes, pero a estas alturas eso ya deja de incomodar por la belleza lingüística con la que se va desenvolviendo el argumento, que tiene ya valor estético por sí sola. De esta forma, la obra supera ampliamente a su antecesora, retomando sus mayores virtudes, minimizando sus defectos, potenciando algunos elementos que en Los días del Venado aparecían tan sólo enunciados o sugeridos yfinalizando con nuevos eventos que se abren inteligentemente a su continuación, lo que da cuenta del buen oficio de la autora y su dominio de la historia que está contando. Esto podría parecer una obviedad, pero deja deserlo al recordar la complejidad que debe suponer urdir una narración como ésta con una prosa como la que leemos, en la que cada metáfora o imagen tiene su propio sentido. Podría resultar sencillo perderse en la escritura por sí misma, pero Bodoc sabe manejar su estilo literario para no perder el interés de la historia. Aun así, es probable que algunos lectores acostumbrados a una prosa más llana en el género se sientan un poco abrumados, pero habría que decirles que vale la pena tomar el desafío. Para el resto de los escépticos que aún no se animan a conocer estas obras, comenzar con la lectura de este volumen no debiera sonar tan descabellado. Considerando que se explica a grandes rasgos lo que pasó en Los días del Venado, podría ser ésta una buena instancia para adentrarse a estas novelas si se posee un afán más crítico y curioso que un simple interés por leer una nueva trilogía. Quien escribe esta reseña comenzó leyendo primero Las dos torres y puede dar fe que estos comienzos en desorden no necesariamente dificultan una apreciación íntegra de una saga. Se reitera: el desafío vale la pena. Esto es literatura, algo que no abunda en la Fantasía actualmente en Latinoamérica. Y bueno, quizá tampoco en España. Otros libros de la Saga de los Confines
* Esta entrada fue publicada originalmente en Fantasía Austral.
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AutoraPaula Rivera DonosoSi alguno de estos textos te es de utilidad, ¡recuerda citarme en tu bibliografía! También puedes hacer una donación en el botón de abajo. Muchas gracias~
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